La referencia no confesional más significativa acerca de la existencia de Jesús se encuentra en la obra Antigüedades judías escrita alrededor del año 94 por el historiador judeo-romano Flavio Josefo. El fragmento, conocido como el testimonio flaviano, ha suscitado enormes debates académicos entre filólogos e historiadores en cuanto a su autenticidad parcial o total. Los eruditos consideran que es muy probable que se hayan producido interpolaciones cristianas. No obstante, el texto conserva un núcleo auténtico:
«Por ese tiempo existió Jesús, un hombre sabio, si es que hay que llamarlo hombre. Era, en efecto, hacedor de obras extraordinarias y maestro de hombres que acogen con placer la verdad. Atrajo a sí a muchos judíos y también a muchos griegos. Él era el Mesías. Aunque Pilato, por denuncias de los hombres principales entre nosotros, lo castigó con la cruz, no lo abandonaron los que desde el principio lo habían amado. Él, en efecto, se les apareció el tercer día nuevamente vivo, pues los divinos profetas habían ya dicho éstas y otras muchas cosas admirables acerca de él. Y todavía ahora sigue existiendo la tribu de los que por éste son llamados cristianos» (Antigüedades judías XVIII, 3, 3).
Las frases que originalmente fueron escritas por Flavio Josefo están resaltadas en negrita. El resto del testimonio, según el consenso académico, es dudoso por varios motivos. Pudo haber sido introducido por escribas cristianos para engrandecer la figura de Jesús de Nazaret durante los primeros siglos de expansión del cristianismo. Además, es realmente poco probable que Flavio Josefo, que se presenta en sus obras como judío y fariseo, exalte a Jesús y lo reconozca como el mesías aceptando incluso su resurrección.
Quien además lea el párrafo en su contexto observará que Flavio Josefo cita a Jesús de Nazaret en medio de una lista de tumultos, alborotos, sediciones y demás acontecimientos ominosos que fueron causa de calamidades para el pueblo judío. Ejemplo de esto es el texto con el que Josefo cierra el testimonio flaviano y que sirve de enganche narrativo para introducir el siguiente acontecimiento:
«Y por el mismo tiempo ocurrió otra cosa terrible que causó una enorme perturbación entre los judíos» (Antigüedades judías XVIII, 3, 4).
¿Es auténtico el testimonio flaviano?
Si ocurrió «otra cosa terrible», el acontecimiento que menciona a Jesús de Nazaret también debió de haber sido terrible. Por coherencia textual. Estas cosas terribles que motivaron disturbios entre los judíos fueron el preludio de la primera guerra judeo-romana. Una guerra que finalmente tuvo lugar entre los años 66 y 73 y que terminó con la destrucción del Templo de Jerusalén y la conquista de Masada.
La base del testimonio flaviano es, en resumen, auténtica. Y sirve como referencia histórica para confirmar la existencia de Jesús de Nazaret. Sin embargo, lejos de exaltar su imagen, Flavio Josefo lo habría considerado un personaje nefasto para los judíos. Una especie de sedicioso judío crucificado por Poncio Pilato en medio de un enorme clima de inestabilidad. Un alborotador que sirvió solamente para crispar aún más el ambiente político antes de la guerra que provocó la destrucción de Jerusalén en el año 70.
Otros historiadores romanos de la misma época reafirman en sus obras de principios del siglo II el testimonio de Flavio Josefo. Estos relatos independientes demuestran que ni siquiera los primeros opositores del cristianismo dudaron acerca de la historicidad de Jesús.
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