La peregrinación a Jerusalén en tiempos de Jesús era un acontecimiento nacional. Este fenómeno obligaba a las autoridades, tanto romanas como judías, a tomar medidas para el beneficio de los peregrinos, como el suministro de agua o la construcción de caminos apropiados.
El origen bíblico de la peregrinación a Jerusalén
El origen de la peregrinación se remonta a un mandamiento de la época de la Torá:
«Tres veces al año se presentarán todos los varones de tu pueblo ante Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta de los panes sin levadura, en la fiesta de Shavuot y en la fiesta de Sucot» (Deuteronomio 16, 16).
Aquellos judíos que no vivían en Jerusalén, como Jesús y su familia, estaban obligados a peregrinar a la capital del pueblo judío tres veces por año, en las llamadas fiestas de peregrinación. Era una manera de mantener conectados a los judíos de la periferia o de la diáspora con la tierra de Israel. De este modo, la peregrinación a Jerusalén en tiempos de Jesús estaba envuelta de elementos religiosos, pero también de elementos culturales, históricos y económicos.
Los preparativos de la peregrinación a Jerusalén en tiempos de Jesús

Séforis en tiempos de Jesús
Existía todo un sistema nacional al servicio de la peregrinación. La Mishná, obra compilada alrededor del año 200 d. C., describe los preparativos que realizaban los peregrinos judíos antes de la peregrinación a Jerusalén:
«Todos los habitantes de las aldeas se reunían en la ciudad principal de la comarca. Dormían en las calles de la ciudad, y no entraban a las casas. Al amanecer, cuando se despertaban, decían: ´Levántense y subamos a Sion´» (Mishná Bikurim 3, 2).
La peregrinación a Jerusalén en tiempos de Jesús se realizaba en grupos. Algunos peregrinaban de manera individual, pero la norma era caminar en compañía de una gran delegación de personas. La Mishná describe que la gente acostumbraba a reunirse en un punto de encuentro, generalmente una ciudad importante, para organizarse y emprender el viaje.
Los caminos de la época romana
Séforis era la ciudad regional más importante cercana a Nazaret, que en aquellos tiempos era una pequeña y humilde aldea de campesinos. Los peregrinos de todas las aldeas se reunían en las proximidades de Séforis y, una vez organizados, emprendían su camino hacia Jerusalén.

Restos del camino de los peregrinos cerca de Séforis
En las afueras de la antigua Séforis se conservan todavía los restos del camino romano que utilizaban los peregrinos. Este tramo del camino, situado a unos 10 km al norte de Nazaret, no entra a la ciudad de Séforis, sino que la rodea. El motivo podría ser que, en aquellos tiempos, Séforis era una ciudad con mayoría romana y los judíos evitaban entrar en ciudades paganas.
La red de caminos romanos estaba distribuida por todo el país. A unos 9 km al este de Séforis, en las inmediaciones de las ruinas de una aldea judía llamada Caná (donde según la tradición joánica Jesús realizó su primer milagro), tambien se conservan restos del camino de los peregrinos:

Restos del camino de los peregrinos cerca de Caná
La peregrinación de Jesús a Jerusalén
Jesús era judío y respetó las tradiciones judías. Varias veces a lo largo de su vida peregrinó a Jerusalén. En algunas ocasiones con su familia; en otras, con sus discípulos:
- Los padres de Jesús peregrinaron a Jerusalén tras su nacimiento para presentarlo en el Templo (Lucas 2, 22).
- La familia de Jesús peregrinaba cada año a Jerusalén para celebrar Pésaj (Lucas 2, 41).
- Jesús, a los doce años, peregrinó a Jerusalén con sus padres y se perdió en el recinto del Templo (Lucas 2, 42).
- Jesús peregrinó a Jerusalén para celebrar Sucot (Juan 7, 10).
- En invierno, Jesús peregrinó al Templo de Jerusalén para celebrar la fiesta de Janucá (Juan 10, 22).
- Antes de su crucifixión, Jesús peregrinó por última vez a Jerusalén con sus discípulos para celebrar Pésaj (Marcos 19, 32).
La peregrinación a Jerusalén en tiempos de Jesús era un acontecimiento nacional. Jesús, como todos los judíos de Galilea y demás zonas periféricas, mantuvo durante toda su vida una estrecha relación con la capital del pueblo judío. Sus peregrinaciones a la ciudad sagrada definen a Jesús como un personaje social y políticamente activo, y considerablemente comprometido con el judaísmo de su época.
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